domingo, 29 de septiembre de 2013

¡Al destierro!


El otro día recibí una carta desde el lugar más frío del mundo, o desde el más abrasador, el infierno.
El caso es que era desde un sitio en el que no se estaba a gusto, un sitio en el que he vivido por lo que me cuentan en la misiva.
No voy a negar que algo me sonaba de aquel lugar, pero el día que cogí el avión para marcharme lejos, muy lejos; mi mejor amiga, mi memoria, se empezó a hacer cargo de que olvidara aquella nefasta estancia.
Y yo seguí con mi vida, casi sin enterarme de nada.
No entiendo porque ahora esta carta se cuela en mi vida. A lo mejor es porque lo malo no se puede esconder y enterrar para siempre, pero entonces: ¿Qué hago con ello? En mis profundidades estaba bien, no quiero que ahora me empiece a herir:

[...]


Al final cogí la carta y la quemé, no quiero saber nada más de ese sitio. Y si vuelvo a recibir otra, la quemaré también.
¡Menudo asunto! Es más de lo que una chica de 20 años como yo puede manejar.
No quiero hacer nada con ello. ¡Al destierro!

Dices que a veces no comprendes qué dice mi voz:

Dejando a un lado las etiquetas y esas mierdas que tanto gustan a ésta, la sociedad en la que nos ha tocado respirar... Tengo que decir que: cuando llevas hablando a diario con una persona durante un tiempo prolongado, te ha empezado a importar y de repente, sale de tu vida con brusquedad, da igual todo, no importa que no concordásemos con ninguna etiqueta, duele igual.
Ahora que había empezado a escuchar a los platero...

"Mira aclárate" esas palabras que ahora revolotean en mi techo y que me dijiste el otro día no sólo una vez.
¿Qué me aclare de qué? Yo he sido bastante clara contigo desde el principio. Y si no es así lo siento. Pero creo que me he encargado de recordarte a casi a diario lo que podías esperar de mí y dónde estaba el límite. Parecía que estábamos de acuerdo.
A lo mejor lo que te confunde es que me gustes y que me guste estar contigo, pero que no quiera saber nada del tema sentimientos.. Bien, yo soy así, no te lo lleves a lo personal, no tengo ni tiempo ni ganas para nada más.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Paroxismo:

"¿Quién ha robao' la primavera?" como diría Rulo, o ¿Quién destrozó mi vida? como pregunté yo ayer por la noche.
A lo peor fui yo misma, a lo mejor fueron ellos, o fue un efecto de causalidad de ambos. O una inocente conspiración. Todo muy contradictorio, como los hechos pasados.
Pero bueno, ¿Qué importa eso? ¿Importa a estas alturas? De vez en cuando me pongo a buscar culpables. Alguien a quien dar una patada en las noches en las que no puedo dormir, o no quiero (casi todas), no sé.
Creo que le he cogido el gusto a esto de estar en guardia, y a pesar de todo lo que hago por mí, creo que todavía no me quiero, de lo contrario, no me sometería a ciertas cosas, ¿o sí?
Estoy desconociéndome, me digo "adiós" todos los días, pero no "hola".

"Lo importante no es lo que han hecho con nosotros, sino lo que nosotros hacemos con lo que han hecho con nosotros." ¿No? Eso es lo que me dijo un día Sartre al oído. Acto seguido, le miré asombrada y le di un abrazo, como si hubiera abierto un agujero por el que entra la luz en mi pequeña ratonera. Lo hizo.
¿Quién cojones soy? ¿Qué hostias han hecho conmigo? ¿Y qué mierdas estoy haciendo yo con lo que han hecho conmigo?

En serio, me gustaría tener aquí a los culpables para meterles una patada. Puede que tuviera que darme una a mí bastante fuerte, por no decir la más -por eso de que no hago nada bueno con lo que han hecho conmigo, con estos restos que han dejado de mí-, pero en lugar de eso me miraría, acariciaría y tendería la mano.
A lo mejor, si confiase en alguien, empezando por mí, se me pasaba un poco este caos vital.
Sé que me daría un abrazo, y lo agradecería tanto que me pondría a llorar. A llorar sobre lo llorado, a llorar sobre mis últimos errores y a llorar sobre esta crisis. Pero no por mucho tiempo.
Lágrimas de desahogo serían, no de lástima. La lástima es para los victimistas.

Yo querría echar a correr y empezar a alcanzarme cuanto antes.



22 de Septiembre, un Sábado con un viejo amigo imaginario:

Hoy la he vuelto a ver después de cuatro años:
Podría decirte que ya no es la misma, que es más fuerte (independiente quizás), menos sensible, que ha aprendido, y que está llena de hostias y arañazos bonitos.
Que la vida la ha jodido, y ella llena de rabia se ha terminado follando a la vida.
Que una vieja puta desdentada un día la sonrió, y la invitó a fumar.
Que ha crecido, a veces dispara y ya no la hieren.
Pero en el fondo sé que hay noches en las que no puede dormir y se escapa alguna lágrima.
Que tanta pelea la va dejando secuelas.
Que le parecería bonito necesitar a alguien y recibir abrazos porque sí, sin explicaciones.
Que la gustaría guardar el rifle y dejarse cuidar.
Que tiene la cara manchada, está más rota y más guapa.

Cuando decides seguir por la vereda de la mierda un desquiciado 17 de Septiembre a las 5:27

Y por no saber que pensar, se me ocurrió dejar de hacerlo. O por pensar demasiado, no lo sé. Al final acabé actuando a ritmo de los latidos y olvidé lo demás.
Lo que pasó, fue que a la gente parecía que no le gustaba esto, que no lo entendía, pero me dio igual.
En una desprevenida noche de Septiembre, el pensamiento volvió a mi cabeza, y su sitio ya no estaba libre, pero se quería quedar porque decía que sin él no podía seguir, que le necesitaba aunque fuera un poquito, y esto causó un gran revuelo dentro de mi cuerpo.
Quise dormir pero no pude, así que me pasé la noche pintando flores, palos y piedras en los ladrillos del muro hasta que el sol me dio los malos días y me dijo que descansara. Me quedé dormida en posición de defensa esperando al invierno, y ya no recuerdo nada más.
Pero cuando desperté, las flores se habían borrado, y sólo quedaban las piedras, los palos, y un chaleco antibalas de mi talla.
Comprendí que la vida se iba a poner mucho más hija de puta, y aquí estoy, con el chaleco puesto, las piedras en las manos, y pinturas en los bolsillos.
Porque me gusta que haya flores en todos los muros.

martes, 10 de septiembre de 2013

Carta al pasado:

Pasado mío:
Comprende que me muestre reticente contigo.
Me forjé en ti, pero permitiste que me rompieran una y otra vez.
Pasado mío,
eres mío, y por eso no te odio, pero ¿cómo enfrentarnos?
Eres la reunión de todos mis puntos débiles, y también el que me enseñó que no puedo ser vencida fácilmente.
Nuestra relación está impregnada de muerte, luz, desgracias e inocencia y esto no nos ayuda.
Se supone que para que ahora esté sana, tenemos que llevarnos bien. Bueno, en ello estoy, intento aprender, me voy enseñando.
Pasado mío,
es absurdo que sigas intentando matarme. ¿No ves que ya soy inmune?
Sé que te cansarás de probarme, mientras tanto, yo estoy dispuesta a enfrentarme a la palestra las veces que haga falta, para no morir.
No me vas a herir, porque ya me has dolido mucho y me he saturado de ti y de tu mierda. Inténtalo lo que quieras. No me vas a doler. Puede que me dejes desubicada y confusa, pero no vas a acabar conmigo.

Papá.

Hola, ¿Cómo estás?
Tú sigues ausente y yo sigo echándote la culpa de todo.
Y te seguiré culpando, incluso de que se me caiga un lápiz al suelo, hasta el día que decidas aparecer para defender tu inocencia.