sábado, 10 de mayo de 2014

He decidido dejar de hablar de ti. Menuda gilipollez, sabes que no puedo y para hacérmelo más difícil me mandas a los pájaros de mi cabeza de vuelta cada vez que los mando volar por ahí, y me cuentan que han estado contigo.
Cualquier día vas a redactar el documento más romántico del mundo y no va a ser para mí. Y menos mal. Yo sólo quería que te quedaras.
He decido que me va a dejar de recordar a ti cada paso que de desde el trabajo a casa. Voy a tener que dejar de imaginar que te encuentro en todas las esquinas o que cualquier día voy a pasar por debajo de la santa y vas a estar. Porque crees que te has ido, pero yo todavía no, y aquí no sé quien manda pero tú sigues viniendo aunque no estés.
¿Lo ves? Se me sigue yendo la cabeza pero ahora no te lo puedo contar.
Y es por eso, por lo que he decidido dejar de hablar de ti, para compensar estos kilos de ganas de verte que se me vienen encima por todas esas veces que pienso en ti.

martes, 6 de mayo de 2014

"De todos los hombres que hay en mi vida eres el que peor me trata. Yo no sé cómo a veces puedes llegar a ser tan capullo"

El día menos pensado haces algo grandioso, un martes cualquiera te levantas, vas al trabajo, atiendes tus asuntos y estallas.
El día menos pensado haces aquello que sin saberlo del todo llevabas tanto tiempo esperando hacer, ni siquiera te lo habías planteado por miedo, pero lo necesitabas.
El día menos pensado le revientas la fiesta de disfraces y le das dos bofetadas a lo que lleva años jodiéndote.
El día menos pensado te enfrentas a lo único que va mal en tu vida ya, pero la causa de tantos otros problemas pasados anexos y que poco a poco y con lágrimas has sabido resolver.

El día menos pensado es hoy. Sonríe valiente, lo acabas de hacer.

lunes, 5 de mayo de 2014

A veces soy demasiado erizo.
Menos mal que hay gente que sabe como hacer que guarde los pinchos
y me hace entender que con ellos no hace falta autoprotegerme tanto.


Qué cómo estoy...

Llevo unos cuantos putos días acostándome con el blog de Pablo Benavente entre las manos, imagínate.
Con su "Déjame explicarme: equivocarme siempre ha estado entre mis planes. Era contigo con quién no contaba" rebotando empáticamente en mi cabeza.
Imagínate a Baudelaire borracho en un bar llorando por Jeanne Duval y buscando desesperadamente a Sarah la louchette en las calles más oscuras de París para follársela con rabia y seguir perdido en alcohol.
Imagínate a Rimbaud en el único minuto de su vida que lloró por Verline.
Imagínate a la mujer de Verline preparándoles el desayuno a la mañana siguiente de haberlos oído follar.
Llevo días leyendo a Pablo porque no sé cómo expresar que llevo meses perdida y que sigo sin encontrarme aunque a veces te encuentre a ti.
Que soy tan inconsciente de todo ahora mismo que probablemente esté cometiendo el mayor error de mi vida pero no estoy preparada para llorarte otra vez. No puedo arriesgarme para luego abandonar. No tengo ganas de luchar.
Probablemente no, seguro que la estoy cagando, pero he destrozado tantas cosas en mi vida que me invade una anestesia preparada para no sufrir más. Que toda la mierda que guardo es por algo, y es algo que no consigo superar del todo, pero a veces es bueno porque me advierte del peligro, aunque otras me convierta en esto, en un erizo que se cierra en banda y que no quiere saber más de corazones hechos pedazos.
Llámame cobarde, puede que lo sea, pero a ti no te han partido el corazón de trece maneras distintas.
Permíteme acabar mi whiskey, que ya me queda menos para encontrar a Sarah.