Tu voz fue lo primero que me llegó de ti. Escuché tu voz y estabas tan cerca sin saberlo. Quise ver más, me sedujo tu hambre de cultura y tu interés con el mundo, lo que podía aprender de ti.
Abril, y te veo desprendiendo calor en una fría mañana vallisoletana. Me he enamorado de ti tantas veces... probablemente la primera fue cuando pronunciaste mi nombre aquel día. Me enamoré de ti cuando me mirabas, y yo muerta de timidez agachaba la cabeza y sonreía.
Hablabas de películas y recuerdo que quise verlas todas y hablarte de ellas y de lo guapo que estabas temblando en aquella mesa sin saber a donde mirar.
Erais tres pero estabas sólo tú,
de repente todos desaparecieron,
hasta el público.
Una o dos excusas tontas y nervios al hablar contigo, pero la primavera era turbia y los meses se encargaron de borrarnos los mensajes pendientes.
Herman Hesse y la curiosidad por saber de ti se conchabaron en verano para hacernos volver a sonreír.
"Y qué te pareció esto. Mi vida va así, tú qué haces con la tuya."
Hablar y hablar, no recuerdo bien de qué pero quería verte y que me acompañases a dar uno de mis paseos reflexivos de las dos de la mañana.
"Hola. Ya estoy aquí. Mira mis cicatrices, a ver las tuyas. ¿Te asustan?
¿Qué es lo peor que te ha pasado en la vida? ¿Eres feliz?"
Y esas cosas que no se hablan en una primera cita pero que nosotros sí. "Primera cita" cómo odiaba que lo llamases cita. Cita suena a amor y mi cabeza rota se empeñaba en reprimir sentimientos y en ser sólo tu amiga. También hablamos de sueños.
"¿Qué haces intentando besarme si no me conoces de nada?"
[...]
"¿Sabes? Me llamó la atención que dijiste <si no me conoces> en lugar de <si no te conozco>
es como si me estuvieras protegiendo."
"No me conoces. Estoy rota, léeme."
Te quisiste sumergir en mi mundo y dejarme conocer el tuyo. Las heridas, el pasado y los miedos empezaron querer huir.
Las ganas de vernos gobernaron el verano pero aún me quedaban restos de miedo en la boca, que empezaste a limpiar a base de besos y de "quiero seguir conociéndote"
Joder, si hasta la música se puso de nuestra parte y quiso poner banda sonora a las ganas. Las noches, los encuentros después del trabajo, los lugares ocultos de la ciudad y el cine al aire libre nos dieron la mano.
Recuerdo como me enganché a ti desde que me besaste por primera vez, me quitaste cinco años de condena al sentirte tan cerca. Y otra vez me enamoré de ti sin querer reconocerlo.
Un día mi ropa no supo donde meterse, las ganas de tirarte al suelo derrotaron a mi prudencia, y te quise con mis manos, con mi cuerpo, te quise encima y me sentí querida mirándote desde abajo.
Y deseé dormir a tu lado porque el "te conozco de siempre y llegaste hace un rato" me hacían correr alocadamente hacia tus brazos, como un niño buscando las piernas de su madre al salir del colegio.
Me asusté un poco pero seguía queriendo verte, y tú seguías peleando por que ésto pudiera funcionar.
Te quiero conscientemente por primera vez con ese abrazo en mi portal en el que por nada del mundo me hubiera soltado. Siento toda la seguridad y confianza que me transmites y quiero quedarme, quiero hacerlo.
No me atrevo a quererte en voz alta y reinvento el significado de una palabra para hacerte saber que te quiero, pero que no me atrevo a decirlo.
Suricato.
Me dura dos días, y hasta el momento no he parado de repetirte ni un día las ganas con las que te quiero.
Quiero estar contigo y me subo a un balcón y lo grito. Lo digo en la calle mientras te miro y sonrío. Se lo digo en bajito a dos señoras que pasean, y no nos caben en el cuerpo las ganas de querer dárnoslo todo.
Me conoces y no te doy miedo. Te conozco y quiero crecer contigo. Seguimos enamorándonos cada día y un perfecto 26 me doy cuenta de que ya no tengo miedo de abrirme por completo a ti, y sonrío sintiéndome protegida tumbada en tus piernas en pleno centro de la ciudad. Parece que estamos solos, y tengo ganas de decirte todo lo que siento pero no se por qué, sigo callada.
Tres días después consigo deshacerme de la mudez momentánea y te lo digo: quiero ser tuya y volar a tu lado.
Así seguimos días, semanas y meses después de todo aquello.
Repasándonos cada noche las razones y las ganas que tenemos de ésto para no permitir que la apatía se instale en la habitación de al lado.
Bebiéndonos a besos cualquier duda o miedo que se intente colar en nuestras sábanas para asegurar que el camino sea menos pedregoso.
Releyéndonos para no olvidar cada recoveco que esconde la piel.
Y sintiendo, sobre todo sintiendo todas estas emociones fundadas en la sensación de que contigo encajo como nunca lo había hecho antes.
Siempre he sido el eslabón perdido hasta que un día el amor decidió acogerme en su seno y engancharme a ti, desde entonces juro que no me he sentido más parte de algo en la vida.
Yo que ya era feliz antes de conocerte, de repente llegas, reinventas el significado, y me haces estallar cada siete minutos por una alegría indescriptible a la que no sé como llamar.