viernes, 24 de enero de 2014

El niño de la armadura oxidada.

Sigues paseando
por las calles grises de la ciudad
el uniforme y la armadura de soldado
de una guerra que perdiste hace años
como si pudiera  presentarse
la oportunidad de volver a pelear.

Exhibes las secuelas
de las veces que sobreviviste
y lo ves como una derrota
cuando en realidad fue una victoria,
pírrica, pero victoria.

Porque perdiste el alma,
cuando encontraste muerta
a toda esa gente
pero tú sobreviviste.

¿Por qué tú si?
Las preguntas se te clavan.
Por eso ya no hablas.

Armadura, se parece a alma dura,
pero tú sobrepasas eso.
Te oxidaste
y aprendiste a vivir así,
sin zumos de limón
que te quiten el daño.

Y así vas a morir
con tu indolencia por bandera

con un corazón como escudo,

y un escudo como corazón.

domingo, 19 de enero de 2014

Llámalo X, pero es amor.

Yo te curé la espalda con saliva y besos no hace mucho,
no sé si te acuerdas.
No es un reproche,
ni es que necesite que me cures ahora tú,
simplemente espero que recuerdes
que puedo volverlo a hacer,
cuando lo necesites.
No estés herido.

viernes, 10 de enero de 2014

Un día me pediste que te escribiera algo y yo me reí (2).

No tengo miedo de lo que pueda pasar.
Ya he aprendido a romperme en mil pedazos,
y a reajustarme las piezas
que no recuerdo dónde iban.
Lo que yo quiero es
despertarte por la mañana,
acariciarte por la tarde
y conocerte por la noche,
justo en esa oscuridad en la que nos desnudamos
y nos dejamos ser completamente nosotros,
sin máscaras ni disfraces.
Y hasta ahí
ya no sé decirte que más quiero.
Pero me parece un buen plan
eso de escribirte en la espalda
uno de estos versos
cuando no puedes dormir.
O que me tapes con la manta
cuando tengo frío.

Un día me pediste que te escribiera algo y yo me reí.

La gente está gris,
Valladolid no puede hablar,
pero tú y yo aún podemos
mirarnos en secreto,
tropezar con nuestros silencios,
tambalearlos y convertirlos en un juego.
En nuestro juego.
Tú me buscas,
y yo me pierdo por encontrarte
hasta acabar chocándonos
en el pasillo de los enigmas
que se resuelven con tu cuello al descubierto
y mis besos apuntándote
a fuego directo a discreción.

sábado, 4 de enero de 2014

Muñequita linda

 Normalmente me tapo del frío
con tu bata azul clarito,
y hago mis cosas.

Normalmente cuando paso por tu cuarto
y veo tu cama vacía
me tumbo un rato,
te respiro,
                lloro,
y sigo haciendo mis cosas.

Normalmente no hablo de ti
todas las veces que te recuerdo
porque si lo hiciera
no hablaría de otra cosa.

Normalmente cuando te quiero acariciar
me acaricio a mí,
me imagino que eres tú.
y me obligo a seguir con mis cosas.

Pero hoy ha sonado "muñequita linda"
en mi vacío
y tú no la has cantado conmigo.
Y se me ha roto la voz
porque no estás
 y joder, te echo en falta
cada vez que doy un paso en esta casa.

Cada vez que el sístole
contesta al diástole
me falta Antonia.

Normalmente me las arreglo,
pero hoy después de romperme sin ti
me he intentado ajustar
y me he llenado de nudos.
Se me ha caído la sopa al suelo
y me he pasado horas
abrazada a tu sillón
hasta que me he levantado
y tropezando con mis nudos,
he podido seguir con mis cosas.

Como otras veces.

Con las grietas de otras veces.

Como hago normalmente.

La primavera tuvo manos de invierno

Sabía que te iba a echar de menos,
es una de esas putas leyes de la vida,
es lo natural.
Pero jamas imaginé
que rasgaría tanto,
este vacío
y este constante pensar
en que te quiero ver,
                                abrazar,
                                             escuchar.
Y ya, joder,
ya no puede ser.

No hago más que escribirte,
princesa del pelo blanco
esperando algo
no lo sé exactamente,
sigo perdida
y sin saber que hacer con este vacío.
Que yo sin ti no sé,
no sé estar,
no sé ir,
no sé ser.