sábado, 30 de noviembre de 2013

Ahora sí,
ahora que nos alejamos de verdad,
ahora que no queda nada que decir,
ni si quiera ganas.
Ahora es cuando empiezan a doler los corazones.
Bombas de autocombustión en el pecho.
Almas sangrando:
"ésto no era lo que tenía que pasar."
Ojos incapaces de levantar la mirada.
Rostros rotos al decir adiós.

Creo que me estoy auto castigando por no haber sabido usar el amor.
Sí, tiene que ser eso. Estoy pagando las facturas del olvido y de haber destrozado los bienes privados de la ilusión. Y es justo, creo.
El amor no es vulgar, no se merecía ese final. No me merecía tenerlo después de haberlo roto de esa manera, con estas manos de asesina emocional.
Puede que yo no cargara la pistola, pero apreté el gatillo. Y ahora cumplo condena. Al menos, encuentro algo de justicia en mí. Aunque, ¿por cuánto tiempo? ¿Hasta cuando éste ascetismo? ¿Cuándo podré alcanzar la redención y perder el miedo? ¿Qué hacer con la insustancialidad que a veces me arrincona?
De nada puedo estar segura con esta niebla unamuniana en la cabeza que se pronuncia cada vez que intento sacar conclusiones sobre esto.
Sólo sé, es una intuición palpable, que el castigo no se concreta aquí. Se me prepara algo más, algo que me va a atravesar el pecho, va a hurgar en él, y cuando más me duela, cuando esas frías manos clavadas lleven tiempo rebuscando en mis adentros y no pueda más, será cuando reviva.

Ojalá no me hubieras dejado, dejarte.

A veces, cuando algo por lo que hemos estado luchando termina mal, no podemos evitar pensar que hubiera pasado si hubiéramos ganado. No recuerdo como se llama eso, pero sé que existe.
Esta noche no puedo evitar pensar en cómo se nos murieron las ganas en el mejor momento.

Ojalá me hubieras amarrado a ti,
cuando nos avisaron de que se avecinaba un huracán.
Ojalá no hubieras dejado al viento
arrastrarme hacia el vacío,
ya que por más que se lo pido,
ahora éste no me absuelve.

Ojalá no se hubiera empezado a pudrir mi corazón.
Y ojalá no tuviese esta puta manía
de destrozar todo lo que me hace ilusión,
por miedo a que me duela.
O de destrozar algo cuando veo que se está rompiendo,
en vez de intentar arreglarlo.

Ojalá no me hubieras dejado tanto tiempo sola
y nunca me hubiera acostumbrado a la oscuridad de la noche.
Porque la conversación con el espejo
puede estar bien,
pero a veces no es compatible con la cordura.

Recuerdo que solías adivinarme el pensamiento,
ojalá no hubieras dejado de hacerlo,
o al menos, de preguntar por ello.

Ojalá no me hubiera acostumbrado a llorar
y no me hubieran impuesto la jodida rutina
de tener que estar echándote siempre de menos.
Ojalá no hubiera tenido que hacerme fuerte contra eso.

Ojalá me hubieras agarrado de brazo
cuando quise huir poniendo excusas baratas.
Ojalá no hubieras dejado de besarme.

Ojalá no me gustase tanto eso de usar armaduras
al mínimo salto de alarma.
Ojalá no se hubiera roto la alarma de tanto sonar.

Ojalá no se hubiera jodido,
ojalá siguiésemos siendo uno.

Ojalá yo no me congelase tan fácilmente,
ojalá tú no me hubieras retirado tu manta.

Ojalá no me hubieran infundado nunca este miedo que no me pertenecía.

Ojalá no me hubieras dejado, dejarte.

Cada vez me afecta menos el frío

No te preocupes,
que yo ya he llorado lo mío.
Éstos sólo son recuerdos,
descripciones de los restos
que quedaron después de tu tormenta.
Cristales rotos en el suelo
que piso de vez en cuando
y sangro un poco,
Pero ya no duele como antes.
Ya no dueles, sólo arañas.

(12.11.13)

lunes, 25 de noviembre de 2013

De algún modo
estás haciendo la guerra,
entre aquellos que te quieren y no quieres,
y los que quisiste que te quisieran pero no lo hicieron.
Los justos harán pagar a los pecadores por una vez,
y en tu piel se celebrarán las batallas
que se sellarán con cicatrices
de todas esas historias
que no quisieron ser contadas.




domingo, 24 de noviembre de 2013

Esto no es poesía

Contra todo propósito la albahaca está creciendo pese a que la tierra que tiene es escasa, de esa de los chinos que no vale para nada, y está congelada.

He dejado psicología, perdí el sentido de mi vida con lo mucho que me costó encontrarlo, si es que lo hice. Rompí con todo lo que me hacía estar mal. Seguía sin estar bien, seguí rompiendo cosas. Quemé mi necesidad de protección continua, y muchas de mis dependencias. Empecé más líos, seguía sin encontrarme, viviendo a quemarropa y sin sentido. Rompí esos líos también.
Mi padre no estaba de acuerdo con que le echara y volvió, a su manera. Eso era lo que necesitaba.
Y ahora es invierno, estoy arruinada, en mi casa hay 10ºC, me he tenido que acostumbrar a tener las manos congeladas, encima está llegando Diciembre. Me agobio intentando encontrar un trabajo que se pueda compatibilizar con esto que estoy estudiando que tampoco sé por qué lo estoy estudiando, pero allí he encontrado personas bonitas y buenas historias. Puede que por eso me haya quedado.
Hay menos gente en mi vida, pero los que hay son los buenos. Cada vez necesito menos.
Leo más. Escribo más. Sonrío más. Hablo menos. Encuentro respuestas, me hago más preguntas.
He aprendido a distribuir de una buena forma la importancia que le doy a las cosas.
Evito a cierta gente. Busco a los que provocan algo en mí. Sigo teniendo ideas de bombero retirado.
Ya no me altero por tonterías, de hecho, no me altero fácilmente. Cada vez me conozco mejor y estoy más a gusto conmigo. Dejo atrás golpes, discursos con poco sentido y fes muertas.
Es verdad eso de que los grandes cambios suceden sin que te des cuenta.
Voy entendiendo la vida aunque sigo sin hacerlo con las personas.
Acepto lo malo, lo intento cambiar si no es justo. Y si es justo lo asumo. Disfruto lo bueno.

Lo mejor de todo es que cuando ella se ríe, la vida me guiña un ojo. Y nos pasamos los días juntando ideas de bombero retirado, para que vea que no soy la única. Y nos entendemos, y nos protegemos. Algún día tendremos dinero para comprarnos un gato. Mientras tanto, vamos pensando el nombre.
Y celebramos la navidad comiendo pizza del Mercadona con una botella de tequila. Compramos unos sprays de esos de nieve para hacer una guerra en el pasillo. Y ya está.
-Y abuso del polisíndeton, pero es que me encanta.-
He encontrado la felicidad en los sitios más inesperados.
Tener que estar a diez grados me parece un precio razonable que pagar por todo lo que he ganado. Pero no me voy a quedar ahí, éste es el peor invierno que vas a pasar. Éste me ha cogido de sorpresa, pero el que viene, no. Tranquila.
He conseguido rehacerme, y lo he hecho sola. Y sólo así, he ido encontrando cosas bonitas por el proceso.

No sé si serán estos los días más felices de mi vida, pero como si lo fueran.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Yo lo olvido todo si tú haces algo con la sima de mi pecho:

Supongo que una de las principales características que nos distingue a las personas es ese cambio constante al que estamos sometidos: ya sea para crecer, aprender, perdernos o hundirnos. Por mucho que intentemos estabilizar nuestros factores internos para asentar una base, los factores externos siempre estarán afectándonos de alguna manera. Una persona no es lineal.
Aplicando esto a las relaciones humanas, puede que haya una posibilidad de que dos personas se conozcan en un momento en el que no están preparadas para conocerse y todo salga mal, pero a lo largo del tiempo con los cambios soportados, puede haber un amoldamiento y se aprenda a convivir, incluso a querer.
Estoy hablando de nosotros.
Nos hemos desconocido, ignorado, menospreciado, querido hasta el extremo, disparado donde más nos dolía, , vilipendiado, desgarrado, agujereado..
Y hoy, por imposición de la vida, del universo, de quién coño rija las leyes de las relaciones humanas, o de nuestra inconsciencia, ello, yo o superyó; me ha parecido que estábamos a gusto el uno con el otro.
Que no queríamos llegar a nuestro destino, no sé. Tal vez es que ha sido poco rato y no nos ha dado tiempo a espantarnos. O que haya sido sólo una ilusión, un espejismo.
El caso es que me ha gustado.