No tengo miedo de lo que pueda pasar.
Ya he aprendido a romperme en mil pedazos,
y a reajustarme las piezas
que no recuerdo dónde iban.
Lo que yo quiero es
despertarte por la mañana,
acariciarte por la tarde
y conocerte por la noche,
justo en esa oscuridad en la que nos desnudamos
y nos dejamos ser completamente nosotros,
sin máscaras ni disfraces.
Y hasta ahí
ya no sé decirte que más quiero.
Pero me parece un buen plan
eso de escribirte en la espalda
uno de estos versos
cuando no puedes dormir.
O que me tapes con la manta
cuando tengo frío.
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