viernes, 24 de enero de 2014

El niño de la armadura oxidada.

Sigues paseando
por las calles grises de la ciudad
el uniforme y la armadura de soldado
de una guerra que perdiste hace años
como si pudiera  presentarse
la oportunidad de volver a pelear.

Exhibes las secuelas
de las veces que sobreviviste
y lo ves como una derrota
cuando en realidad fue una victoria,
pírrica, pero victoria.

Porque perdiste el alma,
cuando encontraste muerta
a toda esa gente
pero tú sobreviviste.

¿Por qué tú si?
Las preguntas se te clavan.
Por eso ya no hablas.

Armadura, se parece a alma dura,
pero tú sobrepasas eso.
Te oxidaste
y aprendiste a vivir así,
sin zumos de limón
que te quiten el daño.

Y así vas a morir
con tu indolencia por bandera

con un corazón como escudo,

y un escudo como corazón.

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