lunes, 5 de mayo de 2014

Qué cómo estoy...

Llevo unos cuantos putos días acostándome con el blog de Pablo Benavente entre las manos, imagínate.
Con su "Déjame explicarme: equivocarme siempre ha estado entre mis planes. Era contigo con quién no contaba" rebotando empáticamente en mi cabeza.
Imagínate a Baudelaire borracho en un bar llorando por Jeanne Duval y buscando desesperadamente a Sarah la louchette en las calles más oscuras de París para follársela con rabia y seguir perdido en alcohol.
Imagínate a Rimbaud en el único minuto de su vida que lloró por Verline.
Imagínate a la mujer de Verline preparándoles el desayuno a la mañana siguiente de haberlos oído follar.
Llevo días leyendo a Pablo porque no sé cómo expresar que llevo meses perdida y que sigo sin encontrarme aunque a veces te encuentre a ti.
Que soy tan inconsciente de todo ahora mismo que probablemente esté cometiendo el mayor error de mi vida pero no estoy preparada para llorarte otra vez. No puedo arriesgarme para luego abandonar. No tengo ganas de luchar.
Probablemente no, seguro que la estoy cagando, pero he destrozado tantas cosas en mi vida que me invade una anestesia preparada para no sufrir más. Que toda la mierda que guardo es por algo, y es algo que no consigo superar del todo, pero a veces es bueno porque me advierte del peligro, aunque otras me convierta en esto, en un erizo que se cierra en banda y que no quiere saber más de corazones hechos pedazos.
Llámame cobarde, puede que lo sea, pero a ti no te han partido el corazón de trece maneras distintas.
Permíteme acabar mi whiskey, que ya me queda menos para encontrar a Sarah.

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