¿Qué quieres que te diga?
Sin ese fuego,
no sé ser.
Puedo llevarte a obras de teatro
y recitales de poesía.
O ser una loca del coño
que te trae cervezas,
mientras baila todas las canciones del verano,
y algún que otro tango de Gardel.
Puedo bajar al infierno,
pelearme con tus demonios
y volver invicta,
sólo porque ha sido por ti.
Una señora en la calle y una poeta en la cama.
Puedo esperarte y ser Penélope,
o lanzarme a la batalla disfrazada de soldado,
y que arda la ciudad.
Ésto último es lo que me va más.
Puedo hablar a escondidas con tus miedos
y hacer que desaparezcan
a base de caricias.
Incluso hacer que Pegaso perdone
la soberbia de Belerofonte.
Recorrerte con besos
a paso de tortuga,
o hacer que se te ponga el corazón
a mil por hora.
Someterme a la crítica.
Inventarme un final para la historia interminable.
Yo que sé,
construirte un castillo deforme
con la arena de todas las playas del sur.
Lo que no puedo hacer,
calmar la tormenta de mi boca.
Asesinar lo que llevo deseando
desde que sé que quiero esto.
No puedo.
Si me pides eso,
no me quedará nada
Y no seré yo.
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