jueves, 21 de julio de 2016

Han pasado veintitrés años y aún me duele haber nacido

¿A ti qué coño voy a contarte si tú nunca has podido contarle nada a nadie?

Primero no pedí nacer,
luego tampoco pedí tener esta sensibilidad de mierda con la que al principio me dolía todo.
Después no pedí que los responsables de mi vida fueran: uno negligente y otra indulgente.
No pedí que cuando todavía era una niña usaseis mi cuerpo como escudo en vuestra masacre.
Tampoco pedí que me limpiaseis después con alcohol y lágrimas.
No pedí estar en medio de vuestra guerra, ni que me clavaseis tenedores en los ojos cuando la bomba estalló y se llevó mis brazos.
No pedí que me ignoraseis cuando decidí hundirme en el pozo que vosotros mismos habíais cavado.
No pedí llenarme de complejos que nunca me intentasteis quitar.
No pedí no tener ninguna base, ni caerme ante cualquier cosa por esta sensación de desprotección continua.
No pedí estas marcas en las muñecas.
Tampoco os pedí ayuda aunque pensé en hacerlo, pero ¿para qué? si este desorden mental se había gestado bajo vuestro techo y lo habíais dado de comer.
No pedí sentirme la más pequeña del mundo a vuestro lado, ni al de todos.

Sí recé cada noche a un Dios que sabía que no existía para que tú, especialmente tú, que después de la explosión decidiste desaparecer, volvieras a conocerme y a abrazarme.

No pedí auxilio cuando decidí ponerme una bolsa en la cabeza porque tampoco pedí nunca estar aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario