-¿Así que me admiras, eh? Dios.
+¿Qué pasa?
-Eso es mucha responsabilidad, ahora no puedo ser mediocre.
+No podrías serlo aunque quisieras.
-Yo también te admiro a ti.
+Lo he notado.
-¿Ah sí? ¿En qué?
+En cómo me miras muchas veces, en cómo te bebes mis palabras cuando hablo. Se te nota en la cara.
-Una relación no tendría sentido si no hubiera un grado de admiración mutua. ¿Qué te aportaría el otro si no?
+No te haces una idea de lo muchísimo que me aportas.
Lo estás haciendo otra vez. Date cuenta de cómo me estás mirando.
-¿Crees que puedes decirme eso y que no pretenda besarte ahora mismo?
[...]
-Se está hundiendo el escaparate.
+Me da igual...
No hay comentarios:
Publicar un comentario