jueves, 9 de abril de 2015

Y te condenaste.

Como una flor maldita que decidió declararse en huelga el día que quisieron arrancarla para formar parte del regalo a una mujer desengañada. Cómo si las flores vivas sirvieran de redención, aquí o nos colgamos todos o no hay catarsis que nos encuentre.
Me uní a ti como ese niño que vuelve a meterse en la boca el caramelo lleno de arena porque sigue sabiendo a fresa, aunque se haya manchado.
Decidimos que colgadas éramos más felices, que estábamos hartas de mirar al sol (mundo) y a su egocentrismo. Queríamos ver las huellas en las piedras de los zapatos de la gente que pasea por la ciudad sin darse cuenta de que podríamos ponernos a llover en cualquier momento.
En cualquier instante la lluvia de unos pétalos perturbados hará felices a dos amantes fugitivos del tedio.


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